jueves, 10 de junio de 2010

Bienvenidos a la gran mascarada del mundo


Puede que me consideres una Don Nadie. Puede que creas que el arte efímero y vulgar del que alardeo no tiene cabida en un mundo como este. Es posible que llegue a darte miedo, que te preguntes qué clase de mierda tengo dentro de mí para conseguir escribir lo que escribo, asesinar de manera tan pulcra, tan elegante, tan... sutil la certeza de gente como tú en la belleza del mundo, en la bondad de las personas, en la perfección de la Creación Divina.

Pues bien, al menos algo de lo que piensas es cierto. Estoy llena de mierda. Tengo una inmensa, abrumadora y demoledora bola de mierda dentro de mí que tapa y aniquila todo lo maravilloso que una vez existió en mi ser. La Princesa de mirada cautivadora, la Soñadora, la Niña de ojos brillantes, murió aplastada por una enorme montaña de excrementos.

¿Y sabes qué es lo más terrorífico? Que al contrario de lo que tú y otra gente como tú piensa, esa devastadora bola de mierda no se debe a ningún singular y excepcional trauma, de esos que solo le ocurren a uno entre mil. Toda esa mierda se debe a conflictos habituales con los que tarde o temprano cualquiera ha de enfrentarse. Desengaños, traiciones, fracasos, frustraciones, golpes bajos... Suena deprimente, lo sé. Pues vuelve a leer de nuevo la frase anterior. Cualquiera. Sí, cualquiera.

Cualquiera. Y tú también, tarde o temprano, sentirás dentro de tí lo mismo que siento yo. Lo único que nos diferencia es que yo fui prematura en aquello de sufrir. Siempre he sido prematura en todo. Pero eso no quita que tu maravilloso mundo de luz y color vaya a oscurecerse algún día. Solo, espera.

Y, ¿sabes qué? Sufrirás y pasará. Pero ahí quedará para siempre el residuo del dolor, la sangre coagulada, la felicidad podrida. Ambos, tú y yo, la Don Nadie, nos pareceremos en algo.

Pero, volviendo al tema que nos ocupaba, la diferencia seguirá radicando en que, como suele ocurrir con nosotros, los escritores, los mayores mentirosos de la historia y del mundo natural, y en general con todos los artistas, yo tengo el poder de convertir la mierda en oro. Deleitar a otros con ella, hacer que se la traguen enterita sin saber siquiera lo que es, a lo que se debe, y encima hacer que me den las gracias, que me aclamen, que me digan "continúa, continúa" con sus bocas repletas de ella, sus trajes manchados de mi inmundicia.

Puede que sigas considerándome una Don Nadie. Puede que sigas creyendo que el arte efímero y vulgar del que alardeo no tiene cabida en un mundo como este. Pero has de saber, ante todo, que mi arte se debe a mi sufrimiento. Ambos sufriremos. Tú, yo, y todos los que piensan como tú, sufriremos.

Pero yo, y eso es una ventaja que vosotros nunca tendréis, sacaré provecho de ello.

Damas y caballeros, bienvenidos a la gran mascarada del mundo.

4 comentarios:

  1. Bueno Sandra, aquí tienes un seguidor de tu blog, estoy viendo que últimamente mucha gente se esta animando a hacer uno. Espero que te vaya bien con el tuyo.

    Con respecto al artículo: sin duda es un buen comienzo y me ha sorprendido gratamente ver que te expresas muy bien. Sigue así.

    P.D: soy Fran : P

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  2. lo sé, y tienes razón. ¿No es maravilloso?

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  3. Convertir mierda en oro... Jajajajaja, guau. Tengo la impresión de que sabes de qué va realmente el tema...eso me gusta. Puedes contar con que me pasaré por aqui de vez en cuando, sí.

    Bueno, ya iré comentando lo que vea. Suerte.

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  4. Dios...
    me has hecho reir, asentir con la cabeza y pensar en mil gilipolleces por las que pase ya hace cierto tiempo....

    Me inclino ante este texto, ante su autora y ante la verdad que has conseguido infundir en ello.

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