viernes, 30 de julio de 2010

Sobre pesimismo, neurotransmisiones, y soluciones revolucionarias al problema.

Supongo que es como una especie de enfermedad, ¿no? Te ilusionas, te desilusionas y viene el miedo. Es normal, a todo el mundo le pasa alguna vez. Es una patología humana el creer que algo se convierte en necesario y, tras ello, tener miedo a perderlo... ¿no? ¿O se trata solo de mí?

¿Realmente es normal encontrar algo que te saca una sonrisilla y tenerle miedo? Quizás sean las hormonas, aquello tan poético de las cicatrices del alma, o quizás sea que me hace sentir vulnerable... ¿no? No, no es eso, eso son tonterías, excusas.

Claro, ya lo entiendo. Es porque siempre quiero más, ¿verdad? No, espera, no es eso tampoco. Todo viene de antes, del movimiento mental directamente anterior a la deducción del "Quiero más, no es suficiente". De hecho, el "Quiero más, no es suficiente" no viene solo, sino...

...Porque me anticipo. Es esa manía de mi mente hiperactiva de anticiparse a todo movimiento posible, aun sin estar siquiera cercana en tiempo o espacio a dicha situación. Es anticiparse, concentrarse en lo negativo y dar un toque de atención al resto del cerebro. Como esos toquecitos con el dedo que te da alguien en la espalda, tan crispantes. "Eh, va a pasar esto. Es lo más probable, siempre te pasa, ¿por qué esta vez no?" Pues permitidme la licencia poética de contestar yo misma a mi propio cerebro.

Esta vez no porque no me da la gana. Cierra la puta boca y déjame en paz.

Cojones.

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